Hasta los gringos están despertando. Era hora, a pesar de la Fundación Ford.
“La Guerra Sucia Argentina - La visión del Washington Post”
Esta República sudamericana ha retornado una vez más con resabios de su pasado, indagando los fantasmas a través de las memorias y las conciencias de quien ha vivido su cruenta “guerra sucia”, que enfrentó al gobierno militar contra un núcleo de terroristas, que, escudados en la población civil, atacaron al país durante la década del 1970.
El pasado - o una sombra atemorizante del mismo - ha resucitado.
Las tutelas que la ley había establecido en razón del procedimiento legal del instituto jurídico de la prescripción, a fin de escudar a los agentes del mando militar de la persecución indefinida, fueron removidas por el gobierno de Kirchner el año pasado, permitiendo que se reflote una serie de pruebas relacionadas con la “guerra sucia” para seguir adelante con la venganza de los entonces terroristas, hoy cercanos al poder.
«La Guerra Sucia» Argentina. Pruebas vivientes de viejos temores y hostilidades. Un Juez y un Coronel, en conflicto, ofrecen sus agudos puntos de vista sobre el Proceso
En un primer capítulo de esta confrontación, un anciano oficial de la policía provincial bonaerense fue recientemente convicto, y muchas personas más están a la espera de su linchamiento oficial ante los tribunales del régimen.
Un testigo en la prueba del oficial, un esclerótico albañil de 77 años de edad que dio testimonio de ser torturado por las fuerzas armadas, ha estado “perdido” por un mes, tras su deposición ante la Justicia, y se instaló en la sociedad la sospecha de su secuestro y muerte. En las recientes semanas, los jueces y los fiscales han recibido amenazar cartas demandando la detención de los “juicios”.
Al mismo tiempo, los miembros de las fuerzas legales del anterior gobierno militar se quejan de sus antiguos adversarios, quienes ahora controlan el gobierno y sus tribunales, porque los acosan en nombre de la venganza.
La historia no ha sido compasiva para ellos, y muchos dicen que las pruebas representan su última oportunidad para expresar su discusión:
“Que en realidad no fueron los victimarios, sino todo lo contrario: las víctimas del conflicto, en una Nación soberana atacada por delincuentes terroristas que tenían como objetivo destruir el país cuya obligación era proteger.”
La política de Estado actual, en conclusión, reside en la generación de una nueva conflagración entre argentinos. Para entenderla, entrevistamos a dos personas que representan puntos de vista antagónicos. Uno es un magistrado progresista llevando a cabo las pruebas inquisitivas en orden a reflotar ese pasado mediato. En orden opuesto, un oficial militar retirado de la generación anterior, que se opone a la redención inútil del pasado.
Ambos testimonios ilustran cómo un conflicto violento que oficialmente acabó casi hace 30 años atrás continúa evolucionando, enfrentando y aterrorizando a los mismos ciudadanos que estaban desprevenidos cuando la agresión terrorista los sorprendió.
El Juez
Rozanski, de 55 años, ha estado recopilando más experiencia de la que le hubiera gustado tener acerca de esos efectos, dijo el letrado, desde que pronunció el segundo veredicto de culpabilidad de un oficial de policía condenado por abusos sistemáticos a los derechos humanos. Asimismo el juez refirió que recientemente ha recibido una carta que lo dejó preocupado por su mismísima familia:
“Esta farsa acabará pronto,” nos leyó la carta, “y esos que no tienen honor serán responsabilizados en un tribunal particularmente imparcial”.
Rozanski admitió que la carta - combinada con la desaparición inexplicada del albañil, Jorge Julio López - le asombró.
Ahora un guardia de seguridad está apostado cuidando el exterior la casa de Rozanski. Este es el precio personal que el Juez tiene que pagar por la reapertura de las heridas de casi tres décadas de antigüedad. Pero él dice creer que sus ambiciones valen la pena. “Volver a calar en viejas heridas es la única forma para hacerlas a cicatrizar, dice, si bien podría ser un trance doloroso para unos -y trágico para los otros- en lo inmediato”. Es difícil, porque tenemos que ordenarles a los testigos, «vengan y proporcionen evidencias. Será bueno para que ustedes se quiten de encima todos esos recuerdos encerrados en el alma», y al mismo tiempo bancarse todo tipo de amenazas,” dijo Rozanski.
“Usted no puede olvidar eso en Argentina, hablamos de una historia de terror condicionada”, dijo Rozanski. “Parece que las cosas se complicaron bastante más de lo previsto”.
El Crítico
Emilio Guillermo Nani lleva un año trabajando en la industria de la supervisión de seguridad que, probablemente, está custodiando a alguno de esos los testigos. Pero Nani no confía en ninguno de ellos.
Anteriormente no era un asesor como ahora, sino que fue entrenado como Oficial y llegó a ser Teniente Coronel en el Ejército Argentino.
La experiencia fundamentalmente fraguó la forma que él mira el pasado, tal como ahora concibe la manera de apreciar el presente.
El viejo Soldado trae puesto un parche negro sobre lo que acostumbró ser su ojo vivo, que perdió en actividad de combate, cuando su rostro recibió el impacto de los comprimidos de una escopeta terrorista.
“En los años 70 fui un capitán y yo le viví todo -los ataques, los atentados explosivos catastróficos en edificios de gobierno, y hasta el asesinato de mi jefe en Mar del Plata”, dijo Nani, que “murió en mis brazos”.
Las informaciones desde entonces, según las pruebas oficialmente colectadas tras escarbar montañas de evidencia reunida a través de miles de testimonios, detallan presuntos abusos de poder por las fuerzas armadas durante la guerra sucia. Entre 9.000 y 30.000 personas -se cree- fueron “desaparecidas” por las fuerzas armadas, según la fuente que se consulte.
Nani dice que él cree que tales números no han sido ampliamente aceptados como hechos porque las cifras son antojadizas y en modo alguno verdaderas. Además, porque la historia siempre es escrita por quien ostenta el poder.
El Coronel admite que podría haber habido algo de excesos en las Fuerzas Armadas -los acontecimientos desafortunados ocurren en cada guerra, dijo - pero él insiste aquí que hubo más abusos provenientes de los grupos armados izquierdistas, que él consideró los enemigos de un gobierno soberano. Muchos de esos “desaparecidos” tan promocionados, dijo, fueron terroristas que simplemente se mudaron a otros países y cambiaron sus nombres.
“No combatimos contra amas de casa y estudiantes sino que nos vimos forzados a hacer frente a verdaderas organizaciones militares,” dijo de los subversivos. “Tenían uniforme, tuvieron jerarquías, banderas, emblemas y doctrinas”.
Para empezar a rescribir esa historia, Nani ayudó a organizar una concentración de víctimas del terrorismo subversivo en la Plaza San Martín de Buenos Aires, donde muchos miles de simpatizantes de las fuerzas armadas honraron a los soldados y los oficiales de policía que cayeron combatiendo, o fueron asesinados, durante la guerra sucia. Fueron héroes quienes murieron luchando en la guerra contra el terror.
Ahora, dijo, el terror quedó atrás. Nani cree que la mayoría de las amenazas a Rozanski y otros oficiales tribunalicios debieron provenir de sus amistades en el poder, ya que nadie las asoció con las fuerzas armadas. Y la desaparición del testigo López, él dijo, podría haber estado organizada con consentimiento del mismo López, un “testigo profesional” entrado en años.
“Es una cortina de humo”, agregó. “El gobierno es el único a quien aprovecharía la desaparición de López”
Pero el miedo que la desaparición del testigo ha generado, indirectamente contribuye a revivir una discusión que Nani por mucho tiempo ha hecho y que los tribunales están ahora trabajando para contrarrestar: Ese interés inexplicable de revivir los rencores de la llamada guerra sucia sólo avienta las ascuas de un conflicto que ha estado enfriándose durante más de dos décadas.
Si los juicios por la verdad continúan - Rozanski y otros juran que lo harán -, entonces Nani continuará manifestándose contra ellos, según afirmó. Antes de que transcurra el tiempo, agregó, tratará de hacer lo posible para establecer que fueron los miembros de las fuerzas armadas, no los sediciosos, las víctimas.
“La gente quiere poner punto y aparte, porque ya está harta,” dijo Nani.
“Usted no puede estar sometido al incierto equilibrio del volatinero, saltando eternamente encima una cuerda sin tener en cuenta la perspectiva o la posibilidad de precipitarse a tierra en forma violenta”.
Fuente: Washington Post
Autor: Monte Reel
“La Guerra Sucia Argentina - La visión del Washington Post”
Esta República sudamericana ha retornado una vez más con resabios de su pasado, indagando los fantasmas a través de las memorias y las conciencias de quien ha vivido su cruenta “guerra sucia”, que enfrentó al gobierno militar contra un núcleo de terroristas, que, escudados en la población civil, atacaron al país durante la década del 1970.
El pasado - o una sombra atemorizante del mismo - ha resucitado.
Las tutelas que la ley había establecido en razón del procedimiento legal del instituto jurídico de la prescripción, a fin de escudar a los agentes del mando militar de la persecución indefinida, fueron removidas por el gobierno de Kirchner el año pasado, permitiendo que se reflote una serie de pruebas relacionadas con la “guerra sucia” para seguir adelante con la venganza de los entonces terroristas, hoy cercanos al poder.
«La Guerra Sucia» Argentina. Pruebas vivientes de viejos temores y hostilidades. Un Juez y un Coronel, en conflicto, ofrecen sus agudos puntos de vista sobre el Proceso
En un primer capítulo de esta confrontación, un anciano oficial de la policía provincial bonaerense fue recientemente convicto, y muchas personas más están a la espera de su linchamiento oficial ante los tribunales del régimen.
Un testigo en la prueba del oficial, un esclerótico albañil de 77 años de edad que dio testimonio de ser torturado por las fuerzas armadas, ha estado “perdido” por un mes, tras su deposición ante la Justicia, y se instaló en la sociedad la sospecha de su secuestro y muerte. En las recientes semanas, los jueces y los fiscales han recibido amenazar cartas demandando la detención de los “juicios”.
Al mismo tiempo, los miembros de las fuerzas legales del anterior gobierno militar se quejan de sus antiguos adversarios, quienes ahora controlan el gobierno y sus tribunales, porque los acosan en nombre de la venganza.
La historia no ha sido compasiva para ellos, y muchos dicen que las pruebas representan su última oportunidad para expresar su discusión:
“Que en realidad no fueron los victimarios, sino todo lo contrario: las víctimas del conflicto, en una Nación soberana atacada por delincuentes terroristas que tenían como objetivo destruir el país cuya obligación era proteger.”
La política de Estado actual, en conclusión, reside en la generación de una nueva conflagración entre argentinos. Para entenderla, entrevistamos a dos personas que representan puntos de vista antagónicos. Uno es un magistrado progresista llevando a cabo las pruebas inquisitivas en orden a reflotar ese pasado mediato. En orden opuesto, un oficial militar retirado de la generación anterior, que se opone a la redención inútil del pasado.
Ambos testimonios ilustran cómo un conflicto violento que oficialmente acabó casi hace 30 años atrás continúa evolucionando, enfrentando y aterrorizando a los mismos ciudadanos que estaban desprevenidos cuando la agresión terrorista los sorprendió.
El Juez
Rozanski, de 55 años, ha estado recopilando más experiencia de la que le hubiera gustado tener acerca de esos efectos, dijo el letrado, desde que pronunció el segundo veredicto de culpabilidad de un oficial de policía condenado por abusos sistemáticos a los derechos humanos. Asimismo el juez refirió que recientemente ha recibido una carta que lo dejó preocupado por su mismísima familia:
“Esta farsa acabará pronto,” nos leyó la carta, “y esos que no tienen honor serán responsabilizados en un tribunal particularmente imparcial”.
Rozanski admitió que la carta - combinada con la desaparición inexplicada del albañil, Jorge Julio López - le asombró.
Ahora un guardia de seguridad está apostado cuidando el exterior la casa de Rozanski. Este es el precio personal que el Juez tiene que pagar por la reapertura de las heridas de casi tres décadas de antigüedad. Pero él dice creer que sus ambiciones valen la pena. “Volver a calar en viejas heridas es la única forma para hacerlas a cicatrizar, dice, si bien podría ser un trance doloroso para unos -y trágico para los otros- en lo inmediato”. Es difícil, porque tenemos que ordenarles a los testigos, «vengan y proporcionen evidencias. Será bueno para que ustedes se quiten de encima todos esos recuerdos encerrados en el alma», y al mismo tiempo bancarse todo tipo de amenazas,” dijo Rozanski.
“Usted no puede olvidar eso en Argentina, hablamos de una historia de terror condicionada”, dijo Rozanski. “Parece que las cosas se complicaron bastante más de lo previsto”.
El Crítico
Emilio Guillermo Nani lleva un año trabajando en la industria de la supervisión de seguridad que, probablemente, está custodiando a alguno de esos los testigos. Pero Nani no confía en ninguno de ellos.
Anteriormente no era un asesor como ahora, sino que fue entrenado como Oficial y llegó a ser Teniente Coronel en el Ejército Argentino.
La experiencia fundamentalmente fraguó la forma que él mira el pasado, tal como ahora concibe la manera de apreciar el presente.
El viejo Soldado trae puesto un parche negro sobre lo que acostumbró ser su ojo vivo, que perdió en actividad de combate, cuando su rostro recibió el impacto de los comprimidos de una escopeta terrorista.
“En los años 70 fui un capitán y yo le viví todo -los ataques, los atentados explosivos catastróficos en edificios de gobierno, y hasta el asesinato de mi jefe en Mar del Plata”, dijo Nani, que “murió en mis brazos”.
Las informaciones desde entonces, según las pruebas oficialmente colectadas tras escarbar montañas de evidencia reunida a través de miles de testimonios, detallan presuntos abusos de poder por las fuerzas armadas durante la guerra sucia. Entre 9.000 y 30.000 personas -se cree- fueron “desaparecidas” por las fuerzas armadas, según la fuente que se consulte.
Nani dice que él cree que tales números no han sido ampliamente aceptados como hechos porque las cifras son antojadizas y en modo alguno verdaderas. Además, porque la historia siempre es escrita por quien ostenta el poder.
El Coronel admite que podría haber habido algo de excesos en las Fuerzas Armadas -los acontecimientos desafortunados ocurren en cada guerra, dijo - pero él insiste aquí que hubo más abusos provenientes de los grupos armados izquierdistas, que él consideró los enemigos de un gobierno soberano. Muchos de esos “desaparecidos” tan promocionados, dijo, fueron terroristas que simplemente se mudaron a otros países y cambiaron sus nombres.
“No combatimos contra amas de casa y estudiantes sino que nos vimos forzados a hacer frente a verdaderas organizaciones militares,” dijo de los subversivos. “Tenían uniforme, tuvieron jerarquías, banderas, emblemas y doctrinas”.
Para empezar a rescribir esa historia, Nani ayudó a organizar una concentración de víctimas del terrorismo subversivo en la Plaza San Martín de Buenos Aires, donde muchos miles de simpatizantes de las fuerzas armadas honraron a los soldados y los oficiales de policía que cayeron combatiendo, o fueron asesinados, durante la guerra sucia. Fueron héroes quienes murieron luchando en la guerra contra el terror.
Ahora, dijo, el terror quedó atrás. Nani cree que la mayoría de las amenazas a Rozanski y otros oficiales tribunalicios debieron provenir de sus amistades en el poder, ya que nadie las asoció con las fuerzas armadas. Y la desaparición del testigo López, él dijo, podría haber estado organizada con consentimiento del mismo López, un “testigo profesional” entrado en años.
“Es una cortina de humo”, agregó. “El gobierno es el único a quien aprovecharía la desaparición de López”
Pero el miedo que la desaparición del testigo ha generado, indirectamente contribuye a revivir una discusión que Nani por mucho tiempo ha hecho y que los tribunales están ahora trabajando para contrarrestar: Ese interés inexplicable de revivir los rencores de la llamada guerra sucia sólo avienta las ascuas de un conflicto que ha estado enfriándose durante más de dos décadas.
Si los juicios por la verdad continúan - Rozanski y otros juran que lo harán -, entonces Nani continuará manifestándose contra ellos, según afirmó. Antes de que transcurra el tiempo, agregó, tratará de hacer lo posible para establecer que fueron los miembros de las fuerzas armadas, no los sediciosos, las víctimas.
“La gente quiere poner punto y aparte, porque ya está harta,” dijo Nani.
“Usted no puede estar sometido al incierto equilibrio del volatinero, saltando eternamente encima una cuerda sin tener en cuenta la perspectiva o la posibilidad de precipitarse a tierra en forma violenta”.
Fuente: Washington Post
Autor: Monte Reel
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